323 cadáveres de renos en Noruega: el mayor experimento jamás visto sobre el impacto de los cadáveres en un ecosistema

Parte de los 323 cadáveres de renos 

En 2016, un guardabosques se encontró 323 cadáveres de renos en una en la remota meseta de Hardangervidda en Noruega. Todos ejemplares murieron debido a un fenómeno natural de rayos. En vez de retirar los cuerpos, los científicos decidieron estudiar el efecto de tantos cadáveres sobre el ecosistema, permitiéndoles estudiar el proceso de “reciclaje” de nutrientes de una manera única, realizándose así, el primer y más grande experimento sobre el impacto de los cadáveres en los ecosistemas, abriendo la puerta a que, en los países donde el retiro de cadáveres en los parques nacionales es algo común, se permita la reincorporación de los nutrientes al ecosistema.

 

El pasado 3 de Junio de 2020, se publicó en la Revista “The Royal Society” un artículo liderado por Shane Frank, investigador del Departamento de Ciencias Naturales y salud Ambiental de la Universidad del Sudeste de Noruega; el cual muestra un estudio de 2 años para ver el comportamiento de varias especies carroñeras, tanto con los cadáveres que había en la zona, como entre ellos. 


Cadáveres de los renos muertos después
de 3 años de su muerte

Lo que se observó fue algo único, ya que se observaron varias especies animales alimentándose de los cadáveres, no sólo beneficiando a la “limpia” de la meseta, sino también, ayudando a la flora del lugar. El estudio reveló que los carroñeros, como cuervos, zorros y águilas, principalmente, estuvieron presentes todo 2017, alimentándose de los cadáveres y, manteniendo a raya a otros animales, como ratones. Estos carroñeros, ayudaron a la zona en la redistribución de los nutrientes, más que nada por medio de las heces. Pero su ayuda no sólo se limitó a la redistribución de nutrientes, sino que ayudaron a la flora local, gracias al esparcimiento de semillas; semillas de frutas que los mismos caribúes habían consumido, esto se observó ya que de 24 muestras de heces de cuervo, 21 de ellas contenían semillas de frutas de la zona donde los caribúes estaban pastando.


Densidad de las diferentes especies animales
en la zona durante los 2 años de estudio.

Sin embargo, los animales que se alimentaban directamente de los cuerpos, no eran los únicos beneficiados. Varias especies de aves que se alimentaban de las moscas e insectos que estuvieron presentes en los 2 años de estudio. Al estar en descomposición, los cadáveres atraían a las moscas y otros insectos, ya fuera para alimentarse o para poner huevos y tener a sus larvas ahí, situación idónea para estos pájaros que aprovechaban para alimentase de estos insectos.  

 

Lo curioso de este estudio, fue que, al menguar el número de águilas, zopilotes y cuervos, el número de roedores aumentó, incluso cuando el número de zorros en la zona seguía siendo el mismo y, por lo tanto, el riesgo de convertirse en su alimento. Algo verdaderamente curioso y que podría ayudar a los científicos a poder entender más las relaciones entre los animales de un ecosistema, cambiando el paradigma de que las presas y depredadores no pueden convivir sin que la presa se sienta amenazada y huya para resguardarse. Aunque incluso, por el exceso de alimento en la zona, esta actitud se pudo desencadenar debido a la necesidad por parte de los roedores a alimentarse.

 


Proceso de descomposición de los cadáveres a través de los años


Un experimento parecido sucedió en el parque Oostvaardersplassen en Holanda, ya que es uno de los parques que no retira los cadáveres de los animales muertos (retirar los cadáveres de animales salvajes es muy común con animales que se consideran "domésticos" y se encuentran en zonas protegidas, en Europa). En esa ocasión, ese controvertido experimento, dejó ver que los cadáveres, no sólo servían de alimento a los animales directa o indirectamente, sino que el follaje de la zona crecía de manera más abundante. Esto último debido a que, al estar cerca del cadáver, los arbustos recibían “protección” contra los herbívoros, ya que saben de lo insalubre que puede ser comer hierba cerca de un cadáver. Esto ayudaba al crecimiento del matorral, provocando que la flora del lugar se pudiera desarrollar de una manera más óptima, ayudando así a su reproducción e, irónicamente, también ayudando a los herbívoros, ya que al aumentar el volumen de matorrales y árboles, los herbívoros tienen más oportunidad de acceder a más y mejor alimento.


Uno de los miles de cuerpos de venados rojos (considerado un animal 
doméstico) dejados en un controvertido experimento en el  
parque Oostvaardersplassen en los Países Bajos


Este reporte no hace más que poner en evidencia el papel fundamental de los cadáveres en la naturaleza. No sólo sirven como una fuente primaria de nutrientes para animales (carroñeros, insectívoros y carnívoros) y plantas, sino que proveen de protección a las plantas y, éstas a su vez, a provechan esta protección para poder crecer y aumentar el volumen vegetativo, lo que deriva en mayor alimento para los herbívoros; todo un ciclo. Además, el observar por primera vez y tan de cerca, el comportamiento de algunos animales cuyo vínculo es el de “depredador-presa”, es algo fundamental, ya que devela comportamientos no esperados debido a la naturaleza del vínculo.

 

Fuentes:

The Royal Society


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