El dolor que sienten los mamíferos es diferente al
resto de los animales; nuestra capacidad para tener un efecto emocional debido
a un evento doloroso (dolor emocional), nos permite cuidarnos mejor de entornos
donde podríamos lastimarnos fácilmente. Sin embargo, lo que se creía exclusivo
de los mamíferos, también podría estar presente en todos los invertebrados, al
menos ya se ha observado en pulpos.
El dolor que sentimos se
divide en 3 partes, el dolor físico, el cual hace que nuestros reflejos se
activen y, por lo tanto, quitemos nuestra parte del cuerpo que se lacera de
donde está (existente en casi todos los animales). La segunda parte es el dolor
discriminativo, que es saber y estar consciente de dónde se originó el dolor y
dónde nos duele. La tercera parte del dolor es la emocional, es decir, el
estado de ánimo negativo causado por el dolor y que nos genera un trauma emocional, algo que hasta ahora sólo los
mamíferos eran capaces de sentir. Investigadores de la Universidad de San
Francisco descubrieron que los pulpos también son capaces de sentir el dolor
emocional y el discriminativo, algo que se creía imposible.
Para poder llegar a esta
conclusión, los investigadores encargados del trabajo tuvieron que ingeniar
medir algo tan sesgado como la percepción del dolor de forma consiente. Con la
ayuda de Terry Walters, investigador en la Escuela de Medicina McGovern en el
Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en Houston, se ideó
un experimento donde se puede observar de una manera bastante clara, la
capacidad de que los pulpos de ser conscientes con el dolor.
El experimento se trató de
tomar a 7 pulpos diferentes y colocarlos en dos cámaras conectadas. Cada una de
estas cámaras tenía un diseño distinto, una tenía un diseño en forma de rayas y
la otra en forma de círculos. A cada pulpo se le dejó rondar por ambas cámaras
hasta el día siguiente, esto para determinar cuál de las cámaras había sido la
favorita del pulpo. Al día siguiente, y en
otra parte del laboratorio, se le inyectó ácido acético al cada uno de los
pulpos, lo que les causó un dolor similar al que se siente cuando jugo de limón
es vertido en una herida de cortada de papel. Una vez se les inyectó el ácido,
a los pulpos se les dejó en la cámara que más les había gustado durante 20
minutos. Una vez terminados los 20
minutos, se les retiraba de ahí y se les inyectaba lidocaína, esto para poder
dormir el brazo, para posteriormente, colocarlos en la segunda cámara, la que
no habían preferido, durante otros 20 minutos.
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Aquí se pude observar las 3 diferentes condiciones a la que los pulpos fueron sometidos: Estímulos neutrales, estímulos nocivos y estímulos analgésicos |
Después de 5 horas, Robyn
Crook, líder de la investigación, regresó a cada uno de los pulpos a las cámaras conectadas. Los resultados arrojaron que todos los pulpos decidían ir a
la segunda cámara, la que menos les había gustado y dónde se les había colocado
después de administrarles lidocaína. Como control, Crook le
inyectó solución salina a otros 7 pulpos. Todos ellos regresaban a la primer
cámara, la que más les había gustado. Aunque este experimento ayudó a medir el dolor emocional, para poder medir el dolor discriminativo
tuvieron que observar las reacciones del pulpo.
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Cámaras donde los pulpos fueron dispuestos |
Esta nueva investigación
abre todo un mundo en la biología, ya que hasta ahora era muy común y muy
aceptado decir que los invertebrados no son capaces de sentir el dolor como los
mamíferos, debido a su cerebro inferior. Sin embargo esto muestra que, de hecho
estamos equivocados. No sólo esto, sino que,
especies como los peces que son considerados como animales que no pueden sentir
el dolor emocional, podrían también tener la capacidad de sentir el dolor como
nosotros.
Fuentes:
ScienticAmerican-Octopus‘Teachers’ Demonstrate They Feel Emotional Pain
ScienceDirect-Behavioraland neurophysiological evidence suggests affective pain experience in octopus
Physed-Las tresdimensiones del dolor
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